Hablemos de sexo, pero de sexo "heterosexual"

28.11.2019

Nuestras colaboradoras, además de abrir su cajoncito de experiencias para compartirlas con nosotras, hacen cosas preciosas como este texto. Alicia Hegar nos cuenta lo interiorizado que está, sobretodo entre las mujeres cis bisexuales, el sexo heterosexual.

Esta es una conversación incómoda. Quiero preguntarme por qué y no quiero saber la respuesta. Me reclamo a mí misma. ¿Cómo puedo cargar con todo ese conglomerado de activismo y cabezonería y luego dejarme arrastrar por la corriente? ¿Cómo puedo tener ese deseo desesperado de encajar tan instalado en el subconsciente?

Todo empieza con una conversación horas antes de mi catastrófica noche de fiesta inglesa. Eso es otro tema. Estaba hablando con mi amiga Ana. Me comentó lo fascinante que era poder encontrar a alguien con quien hablar de sexo tranquilamente. Que no se escandalizase cuando mencionas los "coños", las "mamadas" o el "semen". Este medio, Rati, me recuerda a esa amiga experta que te dice que quizás la primera vez no sea ideal, quizás te duela un poco, pero acabarás disfrutándolo con un poco de práctica.

Aquí quería llegar. La primera vez, la "pérdida", es desfloramiento, pasar a ser una mujer completa, estrenarse o convertirse en adulta por nombrar algunos. "Que cuándo perdí la virginidad", me preguntó Ana. "Bueno, yo es que fui un poco tardía, con dieciocho años". Dos años antes, sin embargo, había estado con una chica que se convertiría en mi primera novia y también la primera persona con la que mantendría relaciones sexuales. ¿"Perder la virginidad"? Con un chico a los dieciocho. No fue un lapsus. Tuve tiempo para pensar la respuesta.

Resulta todavía más incómodo recordar que respondí algo parecido cuando me preguntó por mi última relación sexual. Segundos después me disculpé, pero no hacia ella, hacia mí. Por menospreciar esa parte que se sale de la norma. Porque, en gran parte de los contextos en los que me he movido, me ha resultado mucho más cómodo hablar del sexo que he practicado con hombres.

En estas situaciones mi bisexualidad se torna compleja. Por un lado, siento que es una etiqueta que, irónicamente, puede romper con las divisiones y el encasillamiento fuera y dentro del mundo queer. Pero también es un arma de doble filo, un colchón sobre el que siempre puedo caer cuando me sienta "demasiado lesbiana".

El activismo no siempre tiene porqué ser convencer o luchar por cambiar al resto, también es aceptar. Aceptarse a una misma. Aceptar que es posible la dualidad. Porque me gustan las chicas, pero me he besado con un chico en la ciudad.

¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar