¿Bueno? No muy bonito...y mucho menos barato

22.11.2019

Silvia De las Heras

Nunca me había interesado demasiado el tema, había visto algún reportaje en YouTube o había leído algún artículo en cualquier medio digital, pero jamás me habría imaginado que podría experimentar esa experiencia de primera mano.

Todo empezó cuando vi por la televisión un anuncio de Vinted. Esta es una aplicación (similar al conocido Wallapop) en la que mujeres (en su mayoría) venden y compran ropa de segunda mano. Me pareció una buena idea dar salida a toda la ropa prácticamente nueva que no me pongo y así ganar algún dinero.

Empecé a subir artículos y pese a que al principio no tuve mucho éxito, pronto me empezaron a contactar compradoras. Gracias a las valoraciones positivas, mi perfil iba ganando visibilidad y, por lo tanto, más chicas se interesaban en mi ropa. Como en muchas ocasiones las posibles compradoras me pedían fotos con la prenda puesta para ver como quedaba en mi talla, empecé a subir directamente las fotos de los artículos conmigo como maniquí.

A raíz de esto de nuevo vi un incremento en los seguidores de mi perfil, sin embargo, advertí que muchas de las cuentas que me comenzaban a dar follow, luego no miraban mis prendas ni las marcaban en favoritos. Además, muchas de estas eran cuentas anónimas, sin ropa subida ni valoraciones. Un día, uno de estos perfiles me habló porque estaba interesado en un pijama de verano, amarillo y de satén. Por el nombre deduje que era un hombre, pero como en la descripción y fotos del artículo se veía que la prenda aún conservaba la etiqueta y estaba sin estrenar, supuse que sería para un regalo o algo similar (nunca se sabe, hay gente muy cutre para los regalos).

Hasta ese momento, todo normal, el posible comprador marcaba un artículo porque le interesaba y por el chat de la aplicación me preguntaba por el estado de la prenda, la talla, etc. ("Hola! Que tal está el pijama? Está usado? Nuevo?") Pero entonces, fue cuando la cosa se puso un poco turbia. Pese a especificar en la descripción que el artículo era nuevo y sin estrenar, el sujeto me preguntó repetidas veces a cerca de cuanto tiempo lo había llevado puesto, como de usado estaba, etc. No obstante, lo que terminó de despejar mis dudas fue cuando este me dijo: "Y una última pregunta, lo podrías en enviar perfumado ?".

Llegados a este punto, cualquiera podría adivinar que el pijama tenía un fin distinto al de ser un regalo cutre para una prima lejana o algo similar. Fue entonces cuando se me plantearon dos opciones: Bloquear al fetichista y mandarle a paseo, o aprovechar la situación para investigar hasta donde llegan las fantasías de los seres humanos (y de paso, convertir ese horrible pijama que me había comprado mi abuela en un bazar en una carísima pieza exclusiva). Mi espíritu de periodista (y mi cartera) me hizo inclinarme por la segunda opción. Tras pensar detenidamente el mensaje que iba a escribirle al posible comprador para darle a entender nuestra nueva situación comercial, le dije que sabía por dónde iba y que estaba dispuesta a hacerlo (cosa que no era cierta, pero de eso hablaremos más tarde). No obstante, también le dejé claro que el precio, obviamente, iba a ser mucho mayor.

Sorprendentemente el tipo aceptó, resulta que era un fetichista del terciopelo y se dedicaba a comprar prendas de mujer usadas por internet. No estaba segura de que precio pedirle, ya que no quería pasarme ni quedarme corta, por lo que, tras investigar en diversas páginas, se lo ofrecí por 15 euros. Aceptó de buena gana, pero lo turbulento de la historia es que las prendas debían estar usadas, y se debía notar.

No pretendo juzgar a las mujeres que se dediquen a este negocio ni a los hombres que lo demanden, pero que desconocidos tengan en sus manos ropa que acabo de usar, no me convence. Es por eso por lo que, tras realizar por internet un par de búsquedas relacionadas con anatomía femenina, agarré el pijama y me dirigí a la cocina.

Lo primero que hice fue coger un yogur con bífidus y una lata de atún al natural. Con el líquido de ambos alimentos hice una mezcla y levemente, impregné la prenda con ella. Después, fui hacia la alfombra en la que duerme mi perro y lo dejé debajo de la misma un rato. Finalmente, lo rocié con un poco de colonia barata de las que se suelen regalar en Navidad cuando no hay una relación demasiado estrecha entre los individuos. Tras ello, metí todo en una caja y esperé unos días antes de llevarlo al punto de envío para que realmente pareciese que lo había estado llevando puesto durante un tiempo.

De nuevo para mi sorpresa, el comprador quedó bastante satisfecho con su envío, por lo que incluso me volvió a consultar si tenía otro artículo de satén. Por lo que tuve que repetir el proceso, ganando en total nada menos que 25 euros.

En ese momento se abrió ante mí la posibilidad de adquirir ingresos muy fácilmente y sin apenas esfuerzo. Pensé en el beneficio que podría obtener comprando algunos packs que venden en bazares de ropa interior, para luego revenderlos tras haberlos "acondicionado". Así que empecé a investigar en páginas dedicadas especialmente a este merado, ya que en Vinted esta no era una demanda usual. Me registré en Secret Panties para poder acceder y en cuanto empecé a navegar por la plataforma, se me quitaron las ensoñaciones de formar un negocio próspero.

El sitio, que afirma ser totalmente legal, estaba dividido en categorías, una dedicada a cada prenda íntima. Pero la sección que más llamó mi atención fue la de "Otros". ¿Qué otra cosa podría ser comerciada, si ya está todo lo imaginable en las principales categorías? Cuál fue mi sorpresa al descubrir que era posible adquirir probetas con distintos fluidos corporales. Y por lo que pude observar, tenían bastante demanda ya que los precios eran altos y no duraban mucho en stock. También es importante resaltar que en esta web abundaban las fotografías de las prendas a vender siendo usadas, supongo que para captar clientes más eficazmente. Por lo que iba a ser difícil conseguir hacerse un hueco en el mercado sin subir fotos que probaran la procedencia de los artículos que pretendía vender.

Decidí esperar unos días antes de comenzar con el que yo creía que sería el negocio perfecto para digerir toda la información con la que me había topado en Secret Panties y para idear una forma de vender las prendas sin tener fotos de las mimas puestas en alguien (porque en mí no iba a ser, de eso estaba segura). Durante este tiempo, fue cuando de nuevo al chat de Vinted me llegó un mensaje de mi ya fiel comprador fetichista del satén. El mensaje fue para contarme lo bien que se lo había pasado con mi artículo.

En ese momento, el mensaje me dio tanta grima que decidí poner fin a mi breve negocio de ropa interior "usada". A parte de esto, algunos días después caí en la cuenta de que en el paquete del envío ponía mi dirección, además de que en el perfil de Vinted, aparecían fotografías de mi cara. Sin embargo, de momento no he tenido ningún susto y esperemos que así siga.

Para concluir, he de decir que la sexualidad humana no deja de sorprenderme. Pese a que no comparto el gusto por todo el negocio de artículos usados con intenciones sexuales, entiendo que al fin y al cabo, es una práctica entre adultos que consienten y que no daña a nadie. Por lo que pude comprobar, este mercado está muy extendido, aunque apenas se hable de ello. Por lo que probablemente, alguno de vuestros conocidos quizás haya tenido alguna experiencia relacionada, ya sea como proveedor o como comprador.

Y quién sabe, quizás después de haber leído esto, a ti también te haya picado el gusanillo y quieres probar a ver de qué trata este negocio.

¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar